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  • Tokio Parte 1: Dónde Hospedarse y Cómo llegar desde el Aeropuerto

    Tokio Parte 1: Dónde Hospedarse y Cómo llegar desde el Aeropuerto

    Tokio es grande, muy grande, descomunalmente grande. Es una megalópolis llena de gente, pero una ciudad tan organizada que no hay ruidos, no hay suciedad ni basura en las calles por más que un cesto de basura es difícil de encontrar, con un sistema de transporte público, en especial sus trenes, que te permiten llegar a cualquier lado con celeridad. Fascinante desde su arquitectura moderna en barrios como Shinjuku y Ginza, en contraposición con el más tradicional Asakusa. La ciudad con mayor cantidad de restaurants con estrellas Michelin del planeta, en gran parte, se me ocurre a mí, por la audacia de los chefs nipones a la hora de crear combinaciones de sabores impensadas; una ciudad de lujos y diseño vanguardista, una ciudad futurista sacada de Blade Runner y a su vez tan tradicional en ceremonias y rituales; una ciudad tan lejana en el mapa como fascinante.

    ¿Cómo llegar desde el Aeropuerto al hotel?

    Aeropuerto de Haneda, Tokio.
    Aeropuerto de Haneda, Tokio.
    Aeropuerto de Haneda, Tokio.

    Desde el Aeropuerto de Narita, donde llegan la mayoría de los vuelos internacionales, existen primordialmente dos servicios: Narita Express y el Airport Limousine Bus. El Narita Express es más caro pero está incluído en el JR Pass. Si tenés previsto habilitarlo al día de tu llegada (toda la info de como habilitar el JR Pass, en este otro post), es muy conveniente puesto que es el más rápido y te deja en algunas de las estaciones principales que te comunican con toda la ciudad: Tokio, Shinjuku, Ikebukuro y Ueno. En caso de que no tengas intenciones de habilitar aún el JR Pass, está el Airport Limousine Bus, un servicio menos veloz (y que está a merced del tremendo tráfico de Tokio), un poco más económico y que te deja en paradas similares.

    En caso de llegar a Haneda, donde llegan en su mayoría vuelos domésticos o internacionales de países cercanos, tenés el Airport Limousine Bus de nuevo, o combinaciones más económicas de Monorail y/o metro. Es más barato llegar desde Haneda que desde Narita, puesto que se encuentra a mucha menor distancia del centro de Tokio.

    ¿Dónde hospedarse?

    Basándome en que compraste el imprescindible JR Pass (en este post te explico porqué lo tenés que comprar), tenés que tratar de ubicarte cerca de la Yamanote Line, que son los trenes urbanos que están cubiertos por el pase y que recorren los sectores más importantes de Tokio. Basándome en eso, recomiendo tres lugares: Shinjuku, Ikebukuro y Ueno.

    Calles de Shinjuku, Tokio

    Shinjuku es más caro, más cercano al centro, y posee la estación mas transitada de todo Japón, qué es muy completa en cuanto a conexiones de metro, trenes y lo que se te ocurra. Está muy cerca de la estación Tokyo, desde donde salen todos los Shinkansen o Trenes Bala. Es un barrio con gran zona comercial, gran oferta gastronómica y no tan revoltoso como Shibuya. En Shinjuku está Kabukicho, que es la zona roja de Tokio, donde abundan los burdeles. En todo caso si te hospedas en Shinjuku y no querés hospedarte en esa zona, te fijás en Google Maps para sacarte la duda. Aún así, Kabukicho dista de ser una zona peligrosa, pero si está rodeada de burdeles por lo que puede resultar incómoda.

    Ikebukuro de noche, Tokio.

    Por otra parte, Ikebukuro está bastante más lejano pero posee las mismas conexiones, y como barrio, posee todo lo que necesitás. De hecho la vibra es parecida a la de Shinjuku, con más movimiento comercial y gastronómico inclusive. El tema es que todos los recorridos desde Ikebukuro son bastante más largos. La diferencia es esencialmente esa y el precio de los hoteles de una misma cadena, como por ejemplo Tokyu Stay (cadena en la que me hospedé y que es altamente recomendable), es mucho menor en Ikebukuro que en Shinjuku. El Tokyu Stay de Ikebukuro cuesta la mitad del de Shinjuku. 

    Calles de Ueno, Tokio.

    Otra opción económica y más tranquila es Ueno, que está también sobre la Yamanote Line y a medio camino entre Shinjuku e Ikebukuro, muy cerca de Asakusa y a una distancia caminable de Akihabara. La Estación de Ueno cuenta además con la particularidad de que los trenes bala que van para el norte de Japón, paran en esta estación. En Ueno está la posibilidad de hallar alojamientos tradicionales como son los Ryokan. En ellos lo que vas a obtener es una habitación con mesas bajas, y tatamis para desenrollar y dormir en el piso. Me hospedé en un Ryokan en Miyajima, y la experiencia fue muy placentera y cómoda. 

    Habitación de Ryokan en Miyajima.

    Respecto al alojamiento y los precios, Ueno debería ser la opción más económica, un poco más barata que Ikebukuro. Es cuestión de ver las diversas opciones. Cabe recordar que la situación de AirBnb en Tokio es difícil, debido a la puesta en vigencia de la Ley Minmatu, que regula los alojamientos privados, que provocó una reducción del 80% de los departamentos disponibles, por lo que va a requerir de mucha paciencia hallar uno BBB (bueno, bonito y barato). Difícil pero no imposible. Lo que hay que tener en claro que serán unas cuantas horas de sentarse frente a la pantalla para decidir.    

    Transporte 

    Para moverse por Tokio existen numerosas líneas de metro y trenes. Si tenés el JR Pass, podés amortizar o economizar moviéndote por la Yamanote Line y líneas JR. Pero si no vas a habiltar el pase tenés que comprar la tarjeta SUICA o PASMO, donde cargás dinero para pagar el transporte (toda la info sobre SUICA y PASMO: como comprarla, usarla y validarla, está en este post). Los tramos van desde 150 por un tramo y hasta 250 e incluso 300 yenes si hacés cambio de línea o utilizás más de un medio. Teniendo en cuenta que 1 USD equivale a 110 Yenes, tomar varios metros en el día puede resultar muy costoso.

  • Viajar y el Derecho a Ser Diferente

    Para muchos viajar puede sonar trivial, suntuoso e innecesario. Para mí, viajar es mucho más qué eso, que simplemente ir a una playa a tomar margaritas (lo que está perfecto, pero no es mi estilo). Es la actividad que me abrió la cabeza, que permitió abrirme a mis sentimientos, encontrar pares que hicieron que mis difíciles momentos siguieran siendo igual de complejos pero encarado con otras ópticas, una fuente de energía renovable que me ayudó a sacar la cabeza del fondo en los momentos más oscuros; me permitió conocer un mundo tan bello que valía más vivir para conocerlo que sucumbir ante la impotencia. Aclaro, no hablo de deseos ni intentos de suicidio, sólo de momentos y situaciones complejas.

    No voy a decir que tuve la mejor ni peor vida puesto que depende la óptica con la que lo mires; lo que es cierto, atravesé situaciones insólitamente difíciles. Más allá de esas experiencias personales, durante mi adolescencia fui un joven tímido, aislado, con la necesidad de hacer amigos pero sin las herramientas necesarias para ello. Mi sexualidad marcó durante mucho tiempo esa soledad; el ser diferente siempre fue un estandarte y por largos momentos un estigma. Y me tomó mucho tiempo sentirme orgulloso de esa diferencia. En ese demasiado largo interín, nada fue fácil. Cada mañana era un esfuerzo sobrehumano levantarme e ir al colegio, porque no sabía ni quería conocer la «sorpresa» que me deparaba ese día. Cada viernes  y sábado por la noche la soledad era mi única amiga. Alguna película alquilada en el videoclub o un zapping furioso por los canales de la época era lo que me quedaba. Era inseguro, solitario, no tenía quizás las herramientas para desenvolverme. Pero siempre mi imaginación me mantuvo a flote, soñando despierto, sobre realidades paralelas que me llenaban el alma, siempre en lugares lejanos, lugares que había conocido viajando.

    A los 11 años hice mi primer viaje al exterior: la maravillosa Río de Janeiro (a la que luego regresé 6 veces más). Después a los 14 años tocó Disney y Estados Unidos, el destino soñado, el país perfecto e ideal (que después descubrí que no era ni tan perfecto ni ideal), el que me voló la cabeza e hizo ver otras realidades. Después llegó Egipto, España, Inglaterra (con la soñada Oxford, inspiración casi exclusiva para mi primer y única novela publicada hasta el momento), y muchos otros lugares. Pero pocos recuerdos son tan vívidos como a mis 19 años en París. Llegué a ese viaje devastado, desarmado, derruido, sin esperanzas. Y caminando por la Rue de Rivoli, me detuve un segundo y respiré hondo, para disfrutar esa renovada energía de vida que se apoderaba de mí. De pronto todo lo acontecido, y lo que seguramente acontecería a la vuelta, no importaba. Era feliz y tenía las fuerzas suficientes para enfrentar lo que viniese. Y de ahí en más, fue siempre así: viajar fue, siempre que pude hacerlo, una fuente de energía infinita.

    Luego llegó un viaje que me marcaría para siempre: mi primera vez sólo en Europa. Una vez defendida mi tesis y con título finalmente bajo el brazo, comencé un viaje de más de un mes con mi mochila a cuestas. Fiel a mis decisiones honestas, comencé por Dublín y terminé en Viena para volar luego a España. Atravesé Europa en tren, y conocí mucha gente, con algunos de los cuales todavía tengo contacto. Decidí viajar a Copenhague y Malmö en vez de ir al sur y conocer Italia cómo me decía todo el mundo. Escandinavia siempre fue un lugar que me fascinó, y mi elección no me defraudó. Pero fue Dublin de quien me enamoré (incluso antes de llegar), donde decidí estudiar mi primer Maestría y vivir 18 de los más importantes meses de mi vida. Y fue en ese viaje que en Praga conocí a Mallory y su hija Kathy, dos irlandesas que me acogieron en su casa cuando recién llegué a la Isla Esmeralda para instalarme. Y una vez más, de un viaje regresé con ilusiones, esperanzas, sueños y con la seguridad de hacer lo que deseaba y no lo que el mandato impartía.

    Recuerdo que en mi disertación de mi maestría en Trinity College Dublín, abordé el tema de los Derechos Humanos de Las Lenguas Minoritarias ante el advenimiento de la Unión Europea. Y encontré leyendo un libro de Tove Skutnabb-Kangas un concepto que cambiaría mi vida para siempre: El Derecho A Ser Diferentes. Todos tenemos derecho a ser quienes queramos ser, es parte intrínseca de simplemente Ser Humanos. Somos únicos e irrepetibles, por lo cual estamos haciendo lo que está en nuestra naturaleza. Ser diferentes o únicos, es ser simplemente auténticos y fieles a uno mismo; y esa es la única manera a través de la cual yo considero que se puede alcanzar una sincera plenitud. Y a través de viajar entendí lo que se nos enseña a no creer: Que las diferencias enriquecen y no amenazan. Desde Bolivia a Europa, Egipto y Japón, todas son culturas extraordinariamente diferentes que coexisten, y cuyas singularidades aportan belleza y enriquecen a la humanidad. La diversidad es un valor agregado, no un peligro a la unidad y estabilidad. Y esa riqueza se palpa al visitar cada uno de los destinos de nuestro planeta, o al sinceramente conocer a cada una de las personas que nos rodean.

    Viajar es mi pasión; es conocer la cultura, la idiosincracia, ir a los mercados y averiguar qué es lo que comen y comprender sus ritmos y formas de ver la vida. El viajar en muchas maneras me salvó literalmente la vida al darme las fuerzas necesarias para poder seguir, permitirme conocer tantos otros en este mundo que estaban tan locos y eran tan peculiares como yo; y eso abrió mi cabeza y los caminos a tiempos mejores. Los viajes en soledad profundizaron la introspección, me posibilitaron conocerme y conocer a tantos otros, pero por sobre todas las cosas, comenzaron mi largo camino a la total aceptación de mi ser como diferente. Y gracias a ese proceso, es que hoy me atrevo a comenzar este camino de escribir un blog, con una voz propia, honesta y auténtica, con la intención de contar mis experiencias y que ellas sean de ayuda a todo aquel que visite y acompañe esta interminable aventura de vivir siendo uno mismo, de viajar y experimentar desde la belleza intrínseca en la siempre diferente visión de cada viajero. Pues bienvenidos entonces a esta aventura, la de un viajero que encontró en la magia de las travesías lejos de casa, un salvavidas que le permitió flotar, muchas veces a la deriva, hacia este sueño glorioso de recorrer, conocer y experimentar nuestro maravilloso mundo.

  • Helsinki: Qué hacer en 24 horas en la capital de Finlandia

    Helsinki: Qué hacer en 24 horas en la capital de Finlandia

    La capital de Finlandia es un destino común en los cruceros que recorren el Mar Báltico, por lo que es importante saber que en Helsinki la mayor parte de las cosas se pueden hacer en un día, ya que se trata de una ciudad pequeña y donde las mayores atracciones se encuentran realmente cerca. No es una ciudad muy turística, pero sí una ciudad con mucho encanto. Aquí va lo que yo considero esencial de conocer si vas por Helsinki por un día:

    Plaza del Senado
    La Plaza del Senado (Senaatintori)

    La plaza del senado es ideal para sacarte una de las fotos de Helsinki. Allí se pueden observar el edificio del ex Senado y ahora residencia del Primer Ministro de Finlandia,  y la Catedral de Helsinki. Podés subir las escaleras hacia el senado y tener una linda visual de la ciudad. Es un espacio abierto, muy agradable para pasear. La Plaza fue diseñada por Carl Ludwig Engel y es una alegoría de la convergencia del poder político, religioso, científico y comercial.

    Interior de la Catedral de Helsinki
    Catedral de Helsinki

    En mi opinión, es más linda por fuera que por dentro. Casi imposible sacarle una mala fotografía. Por dentro, carece de grandes ornamentos. Es muy blanca y nada ostentosa, algo que es muy coherente con la arquitectura y vida escandinava. Vale la pena una corta visita.

    Catedral de Uspensky
    Catedral Ortodoxa de Uspenski

    Helsinki es conocida como la ciudad de las dos catedrales. Esta es la más atractiva de las dos y uno de los legados rusos en la ciudad, de cuando Finlandia fue un Ducado Ruso hasta su independencia en el siglo XX.

    Interior de la Catedral de Uspensky

    Aquí si verás oro en todas partes, magníficos candelabros, imágenes ortodoxas en mosaicos. Todo lo que esperás de una iglesia construida por los rusos, pero sin llegar a compararse a la fastuosidad de las grandes Iglesias Ortodoxas de Rusia. Tiene horarios de apertura variados según la época del año, así que lo mejor es averiguar eso antes de llegar a la ciudad para organizarte.

    Plaza del Mercado
    Plaza del Mercado (Kauppatori)

    Es lo primero que vas a ver una vez llegado al puerto de Helsinki, ya que se encuentra a la vera del mar sobre el puerto. Dependiendo la hora, vas a tener muchos puestos de souvenirs, artículos finlandeses como pieles, mermeladas sin azúcar, y muchos puestos de comida; todo al aire libre. Aquí es muy recomendable almorzar puesto que los precios son buenos y por 9 euros podes comer sopa de salmón con bebida incluida o probar las hamburguesas de carne de reno, y otras comidas típicas finesas, por un muy buen precio. Lindo lugar que refleja un poco de la vida local. Eso si, abrígate porque el viento es importante allí.

    Old Market Hall
    Mercado Viejo (Hakaniemi)

    Este mercado (mi rincón favorito en la ciudad) está literalmente a metros del Kauppatori. Aquí vas a encontrar muchos lugares para comer o tomar un café. Hay mucho delicatessen para probar, dulce o salado; desde pescados y kebabs con carne de reno, hasta repostería muy elaborada. El lugar es en sí precioso, y los precios bastante escandinavos (traducción: bastante altos).

    Interior de Temppeliaukio
    La Iglesia de Roca (Temppeliaukio)

    Es una iglesia excavada diectamente en roca sólida. Se encuentra en el centro de Helsinki. Es muy bonita e interesante, pero también muy pequeña. La entrada cuesta 3 euros y es una muy corta visita que bien vale la pena hacerla.

    Monumento a Jean Sibelius
    Monumento a Jean Sibbelius

    Jean Sibelius es el más grande compositor de Finlandia. Por ello, se le erigió un monumento muy atractivo y digno del diseño finlandés, en el Parque Sibelius. Un dato interesante es que una pequeña versión de este exacto monumento se encuentra en las oficinas de la ONU en París, y otro inspirado en el mismo, en las oficinas de la ONU en Nueva York. Todos diseñados por el mismo artista finlandés: Eila Hiltunen.

    Fachada de la Estación Central de Trenes de Helsinki
    Estación Central de Trenes (Rautatientori)

    Hace no mucho tiempo fue seleccionada por el diario británico The Telegraph como una de las 20 estaciones de trenes más espectaculares del mundo. Diseñada por el reconocido arquitecto Eliel Saarinen (padre del diseñador Eero Saarinen y mentor del mismo y del diseñador Charles Eames), fue abierta en 1919, y es una de las mayores expresiones del Art Nouveau que se puedan hallar.

    La Isla de Suomennlina
    Fortaleza Peninsular de Suommenlina

    Suommenlina es una isla cercana a Helsinki. Allí se construyó una fortaleza para defender a Helsinki de las invasiones, pero jamás llegó a ser utilizada como tal. Los ferrys salen desde la la Plaza del Mercado, y dependiendo la época del año, su frecuencia varia entre veinte o treinta minutos y una hora. El viaje dura 20 minutos. La isla es muy tranquila, hermosa para caminarla y recorrerla, atravesando el pueblo y la fortaleza, y si querés, podés tomarte un café en cualquiera de los muchos y hermosos Cafés que encontrarás allí. En mi opinión, una de las cosas mas lindas para hacer y ver en Helsinki. Eso sí, si vas solo por 24 horas quizás no te alcance el tiempo para ella. Deberás en todo caso resignar alguno de los otros lugares para hacerte tiempo y visitarla.

    Parque de la Explanada
    Explanada (Esplanadi)

    Es un precioso y angosto parque que se inicia a metros del Kauppatori. En verano muchos fineses lo utilizan para hacer picnic, y es el comienzo además del Distrito de Diseño. Aquí encontrarás Galerías y Centros Comerciales más caros, y se respira un aire de lujo, diseño y sofisticación, tanto en los negocios como cafés y restaurantes. Hermoso lugar para caminar y pasear.

    Estadio Olimpico de Helsinki
    Estadio Olímpico

    En 1952 se realizaron aquí los Juegos Olímpicos de Helsinki, que originalmente se iban a realizar en 1940 pero ello no sucedió debido a la Segunda Guerra Mundial. Su mayor atractivo es sin duda su torre de observación de 72 metros de altura, que además de haber sido el símbolo de los JJ.OO. de 1952, ofrece una espectacular vista panorámica de Helsinki. En los alrededores del estadio se encuentra la estatua de Paavo Nurmi, el legendario atleta olímpico finlandés que ganó 9 medallas de oro y 3 de plata, y estableció 22 records mundiales en distancias comprendidas entre los 800 y 10 mil metros.

    Estas son mis elecciones de lo primordial para ver en Helsinki. Otras opciones incluyen el complejo de Teatro y Museo de Arte Contemporáneo Kiasma, el Museo del Diseño Finlandés, la Casa de Alvar Aalto y demás museos. De todas maneras, mientras camines por Helsinki, te vas a cruzar con todos estos lugares, ya que como lo dije anteriormente, es una ciudad pequeña y con todas las atracciones muy cercanas entre sí.