Huevos Fabergé: Un Museo imprescindible en San Petersburgo

Cuando comencé a planear mi primer viaje a San Petersburgo, un nombre emergió por sobre todos: Fabergé. Los huevos Fabergé eran algo sobre lo que había escuchado toda mi vida, y si bien no sabía tanto sobre ellos, sabía que tenía que verlos. Y así fue. Un museo de algunas de las piezas más extraordinarias, mezcla de joyería con la magia de la más alta relojería. No en vano Peter Carl Fabergé, el creador de estas piezas, es considerado uno de los más grandes orfebres del mundo.

Si bien el talento de Fabergé abarcó otros aspectos, los 69 huevos de Pascua que realizó entre los años 1885 y 1917, 52 de ellos creados para los Zares, son los que le dieron la fama. De esos huevos, 61 aún se conservan. Y como si fuera poco, el Museo está emplazado en otro magnífico Palacio, que vale la pena ser admirado como las joyas que allí se exhiben.

Un poco de historia

En 1870, Fabergé se hizo cargo de la joyería de la familia en San Petersburgo. Se destacó en ese entonces por ser un gran diseñador, y por sus trabajos con piedras preciosas, semipreciosas y metales. Otra característica que destacó su trabajo, era su versatilidad en el manejo de los distintos estilos: Desde Art Nouveau hasta estilos de mayor antigüedad como renacentista, barroco, griego, rococó e incluso ruso antiguo. Muchos de sus huevos están inspirados en obras de arte observados en sus viajes por Europa.

 

Pero no es hasta 1882 que se conecta con la Familia Imperial Rusa. En ese año, con motivo de la Exposición Panrusa, Fabergé expuso sus obras, ganando la medalla de oro, pero por sobre todo, accede a un premio aún mayor: es nombrado joyero oficial de la familia real.

La historia de los huevos comienza en la Pascua de 1883, cuando el zar Alejandro III le encargó al orfebre un huevo para regalarle a su esposa, la zarina María. Fabergé entonces realizó un huevo con cáscara de platino que contenía en su interior uno más pequeño de oro, que al abrirse, tenía una gallina de oro en miniatura que sostenía sobre su cabeza una réplica de la corona rusa. Fue tal el éxito de esta pieza ante los zares, que Alejandro III le encomendó entonces la creación de un nuevo huevo para cada Pascua.

De los cincuenta y dos huevos imperiales, cuarenta y cuatro se logran preservar. Los restantes 8 de los cuales se encuentran perdidos. Además de los huevos imperiales existen otros 8 encargados, entre otros, por el dueño de minas de oro en Siberia, Alejandro Ferdinandovich Kelch,  Alfred Nobel o los Príncipes Yussupov.

Fabergé ganó fama por los materiales usados en los huevos, tales como minerales originarios de la misma Rusia, como malaquita, jade, lapislázuli y jaspe, y metales como oro, platino, plata o cobre, que se combinaban en diversas proporciones a fin de conseguir diferentes tonalidades para la cáscara del huevo. Asimismo, utilizó la técnica de guilloché, un tratamiento de grabado superficial sobre metal que consiste en hacer distintos dibujos de un modo repetitivo y simétrico, e incluyó materiales originarios de la misma Rusia, como. Fabergé utilizó también muchas piedras preciosas como zafiros, esmeraldas, rubíes y obviamente diamantes.

Pero quizás su técnica más llamativa es la utilización del esmalte translúcido. En este procedimiento, se aplicaban varias capas de esmalte, y se secaba en horno tras la aplicación de cada una de ellas. No sólo destacó la Casa Fabergé en este un método tan complejo, sino que Fabergé logró expandir la limitada gama de colores existentes para esta técnica.

Pero eso no era todo; Fabergé fabricó además joyas, vajillas de porcelana, objetos decorativos y accesorios de escritorio, entre tantas otras creaciones dignas de ser admiradas.

Tips:

Es altamente recomendable que contrates la audioguía puesto que la historia detrás de cada huevo expuesto es realmente fascinante. Por esa razón, si bien es un museo pequeño, tratá de ir con tiempo para disfrutarlo, ya que además el museo funciona en un hermoso palacio ruso, que vale la pena ser admirado. Algo positivo, es que es una de las atracciones que cierra más tarde en la noche, por lo que si estás corto de tiempo, podés dejarla para el último cuando las otras ya hayan cerrado sus puertas. Además se encuentra en pleno centro y muy cerca de las Iglesias, ya que está emplazado a media cuadra de la Nevsky Prospekt, frente al río Fontanka.

Horarios de Admisión: Todos los días de 10 a 21 hs. Cerrado los Viernes

Costo de la entrada: 450 RUB.

Costo de la Audioguía: 150 RUB

Cómo llegar: Estación Nevsky Prospekt de la Línea 2 de Metro (Azul). 

 

.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *