Kiruna definitivamente se había ganado mi corazón viajero. Remota, por momentos hermosa, por momentos minera e industrial, pero por sobre todo efímera. La ciudad mas septentrional de la Laponia sueca había rebatido todos los argumentos de sus detractores. En mis ojos, era hasta ahora el punto alto del viaje. Pero la Laponia sueca no se detendría en su afán de sorprenderme.

La mañana siguiente desayunamos en el ventanal frente a la mina de Kiruna, donde me desquité con todos los arenques en distintas salsas y la infaltable pasta de caviar, muy barata y común en los países nórdicos. Siempre mirando hacia la mina, heroína y culpable de todo en Kiruna, la razón por la que existe la ciudad y por la que la ciudad deberá cambiar su forma.


¿Cómo llegar a Jukkasjärvi y IceHotel?

En fin, otra tranquila mañana en la Laponia que continuaría, previa preparación de abrigos, cuando saldríamos del Scandic Ferrum Hotel para caminar unas pocas cuadras hacia la estación de buses, donde tomaríamos el bus hacia Jukkasjärvi, un pueblo no muy lejano que alberga el IceHotel 365 (el hotel de hielo que permanece siempre abierto), como así también el hotel de hielo que se inaugura en diciembre y se derrite en abril. Un pueblo Sami, el pueblo aborigen de la Laponia, tan remoto como silencioso. En la Estación de buses de Kiruna tomamos el bus 501 que nos depositó en alrededor de media hora en la inhóspita Jukkasjärvi, más precisamente en la entrada del IceHotel 365. El bus tiene una frecuencia de 6 viajes por día de lunes a viernes y solo 2 los sábados y domingos. Para chequear los horarios y frecuencias, lo mejor es visitar el sitio de la Länstrafiken Norrbotten.
ICEHOTEL 365: Belleza y Arte en Hielo

El IceHotel 365, es un lugar caro por donde se lo vea. ya sea para dormir como para pagar las 295 Coronas Suecas (aproximadamente unos 30 USD) que cuesta la entrada para ver las habitaciones, que resultaron ser auténticas obras de arte. La entrada fue cara incluso para estándares nórdicos, pero en mi opinión valió la pena cada centavo.


En el interior del hotel hacía mucho frío (la temperatura permanente es de entre -5 y -8 grados centígrados), una gelidez que se olvidaba cuando los ojos se distraían ante tanta belleza. Insisto con el concepto, la belleza del frío esta subestimada, y como prueba de ello, adjunto las fotos.



Tanto para este proyecto como para el hotel que existe solo de Diciembre a Abril, se convocan a escultores de todo el mundo para una experiencia sin igual.


Incluso nos cruzamos con un par de turistas de Estados Unidos que entraban sus bolsos unto a las bolsas de dormir térmicas provistas por el hotel para poder dormir en los helados cuartos. Muy interesantes resultan las recomendaciones del hotel, en las que, por ejemplo, aconsejan dormir una noche en las habitaciones frías y combinarla con dos noches en las habitaciones cálidas, o sea, la parte normal del hotel. Sea como fuere, no resultará barato: las habitaciones frías cuestan entre 350 y 880 USD la noche, mientras que as cálidas son notoriamente más baratas, con precios que oscilan entre los 170 y 230 USD. No es precisamente una ganga pero estamos hablando de una experiencia única en un lugar por demás remoto, ubicado 200 kilómetros dentro del círculo polar ártico.


Diviértete. Es Más Tarde De Lo Que Piensas.

Durante nuestro recorrido encontramos escultores y artistas que preparaban habitaciones aún no abiertas al público o huéspedes. Un recorrido que no hizo otra cosa que maravillarnos con la profunda y serena belleza del trabajo de los artistas en el hielo. Probablemente, de mediar los recursos económicos, una noche dormiría en una de las habitaciones, pero me interesan más como una obra de arte conceptual en el que su carácter de efímero destaca por sobre lo demás, un carácter de temporalidad finita que al igual que lo que me sucedió en las Crónicas Laponas Nº 8, donde hablo de la mudanza de Kiruna, la belleza de lo temporal es la belleza de la vida en si misma, la belleza de lo que sucedió en contraposición a la tristeza por lo que terminó.


Es que es en la remota Laponia que finalmente comencé a entender que en la vida no hay que llorar por lo que se acabó, sino disfrutar de lo que sucede y sucedió; comprender que no es a la muerte que hay que temer, sino a la propia incapacidad de disfrutar mientras se vive. En la escala de lo posible, elegir el placer sobre el displacer, y elegir una postura en la vida que potencie nuestras alegrías y nos ayude a atravesar de la mejor manera los momentos más oscuros, porque nada es para siempre y el tiempo que pasa no vuelve; y tal como lo dice un proverbio chino que a esta altura es un íntimo mantra (y en el futuro cercano un tatuaje): «Diviértete. Es más tarde de lo que piensas».


Tras una hora de recorrido y unas pequeñas compras en el Gift Shop, dejamos atrás el IceHotel de Jukkasjärvi, erróneamente llamado el IceHotel de Kiruna, con la sensación de haber apreciado una belleza diferente y subyugante. Salimos entonces a caminar por el pueblo Sami de Jukkasjärvi; un recorrido que dejaría todavía más imágenes, aromas y sensaciones imborrables, que harían de nuestros tres días en la Laponia Sueca, tres de las jornadas más inolvidables de nuestras vidas, y que colaborarían para que esta travesía se convirtiese en una de las más icónicas de nuestras experiencias viajeras.
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