2021: El Año de la Marmota

A esta altura en 2020 estaba sumido en la nueva e inédita experiencia de una cuarentena absoluta y todas sus implicancias, tal lo relaté en La Vida en Pausa. Un año después no hay tal cuarentena pero estamos nuevamente a la espera de la segunda o tercer ola o la prolongación del tsunami que nunca se fue. Los viajes cancelados en abril de 2020 se reprogramaron y se cancelaron nuevamente en abril de 2021. El Hot Sale de 2020 que nos permitía soñar con viajar en 2021 pero con la certeza que la posibilidad de cancelaciones era alta, se repite este año: a este ritmo de vacunación, nadie puede saber si en 2022 vamos a poder viajar de nuevo, o si vamos a estar supeditados a otros imponderables relacionados a este maldito COVID-19, 20 o 21.

Al día de hoy, sólo un puñado de países pueden presumir de una velocidad óptima de inmunización de sus habitantes; el resto, entre los que estamos nosotros, la mayoría de los latinoamericanos, Asia y la poderosa Europa venimos penando con las demoras en la producción de vacunas (Astra Zeneca), las equívocas políticas de tratar de negociar los precios y perdiendo prioridad en los órdenes de entrega (Pfizer y Europa), y demás discusiones a esta altura fútiles. La realidad es que se viene el invierno, las vacunas escasean y nada presagia una mejor situación que la del año pasado, sino exactamente la misma o incluso peor. El Año de la Marmota Reloaded.

Seguimos sin certezas, sin verdades que nos alivien; solo abundan los rumores que intranquilizan y hacen que la calma sea imposible de alcanzar. La frustración crece, lo mismo las ansiedades y las desesperanzas ante una situación que no cambia: nos empobrecemos, el virus nos ataca desde todos los flancos y no pareciera que haya nada que pudiéramos hacer para revertir esta situación que se vive como un loop infinito (y no de los lindos y lúdicos como los que exploraban Bjork y Michel Gondry) que solo nos sume en un pozo que creímos haber visitado el año pasado.

Viajar ha sido siempre mi combustible, escribir sobre viajes realizados, tratar de ofrecer a mis lectores posibilidades de viajar lo más barato posible como reyes y reinas me da energía y brinda ilusión; ¿pero cómo transmitir todo aquello si internamente yo no me encuentro convencido? Soy totalmente honesto con mis lectores y no puedo venderte algo en lo que no creo. Viajar no es lo que era, y a esta altura trato de dilucidar sobre si viajar volverá a ser igual.

La única certeza viajera hoy en día es Estados Unidos. Miami, la ciudad deseada por muchos argentinos es la ruta que provee una mayor previsibilidad a los visitantes. Eso siempre y cuando no tengas que realizar trámites presenciales relacionados a la Visa en estos momentos en los cuales la Embajada en Buenos Aires sigue con los turnos restringidos. Pero no mucho más está abierto. Quizás Europa para quienes tengan doble ciudadanía, y luego podemos hablar de México, Brasil o Caribe. Y si bien estos últimos abren sus fronteras, dada las situaciones epidemiológicas de cada uno de ellos, uno piensa más de una vez sobre si realmente tenemos ganas de visitarlos.

Le mandaba hoy un audio de Whatsapp a mi amigo Adrián, del gran blog Ratamundo, en los que hablaba de esto y sobre la poca claridad a futuro. Pensaba sobre los diversos rumores: se habla que Europa va a instaurar un pasaporte sanitario a través del cual se va a poder ingresar a territorio Schengen siempre y cuando estés vacunado con alguna de las vacunas aprobadas por la UE, a saber: Astra Zeneca, Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson. Desde el vamos estamos complicados, puesto que la única vacuna de las que se aplican en Argentina y que precisamente está en un gran faltante es Astra Zeneca. Sputnik V y Sinopharm aún no están aprobadas y eso restringiría a mucha gente en Argentina para ingresar al viejo continente. Es verdad que todo es dinámico y puede cambiar en cualquier momento, puesto que por ejemplo, Sinopharm ya fue aprobada por la OMS y es verdad que Europa deberá estudiar y aceptar las vacunas chinas para recuperar al preciado turista del lejano oriente; lo de Sputnik V se antoja funcional a las grandes diferencias políticas entre la Rusia de Putin y la Europa de Merkel. Terreno en el que ni siquiera voy a entrar, porque no interesa en este caso.

Ese es un primer escollo, pero luego está el otro inconveniente: los que no quieren vacunarse. ¿Qué va a pasar con ellos? ¿Se les va a impedir volar? Y si se les permite, ¿lo harán con PCR o examen previo? ¿Ese PCR se les exigirá solo a ellos o a los que están vacunados también? Está claro, con el caso de Alberto Fernández, que aún vacunado te podés contagiar y contagiar a otros. La lógica indicaría que a los vacunados no deberías requerirles, pero bueno, hay cientos de países y gobernantes y si algo ha demostrado esta pandemia es que las decisiones de cada Estado pueden ser abismalmente diferentes y muchas con ribetes insólitos.

Pero de ninguna manera pienso que viajar en estas épocas es imposible. Nosotros viajamos al sur argentino en Abril y debo decir que lo disfrutamos mucho. Trasladamos la costumbre del barbijo a otras ciudades, viajamos en avión, colectivo e incluso hicimos excursiones en vans de turismo, y la verdad es que pudimos adaptarnos. Quizás la adaptación más fuerte fue priorizar las actividades al aire libre (trekkings a Laguna La Zeta y en Parque Nacional Los Alerces en Esquel, y Cerro Campanario y Tronador en Bariloche), aunque eso no quitó que visitásemos cuanta cervecería y/o casa de té hubiese en el camino (esa dualidad de estibador de puerto con señora gorda, en mí si se puede ver). Sí, extrañamos los lounges, el servicio en el avión y los horarios sin restricciones, pero fuera de eso: lo esencial del viaje se disfrutó: recorrer, maravillarse y disfrutar se puede hacer con barbijo. Y ver otros turistas haciendo lo mismo, reconfortó. No es lo mismo, pero no está nada mal. Pero bueno, como ya lo escribí otra vez, en mi caso aún no me animo a viajar al exterior, pues, aún si contratase un seguro relacionado al COVID, tengo demasiados temores a los inconvenientes que pudieran surgir, y él sólo pensar en tener que resolverlos en el otro lado del mundo da un poco (bastante) de paja. Pero ojo, ese soy yo, quizás para otros eso no represente siquiera un problema. De todas maneras, queda claro que se puede viajar, siempre y cuando estés dispuesto a aceptar los cambios.

Estimo no ser el único con estas sensaciones contrapuestas. Creo que en algún punto cuando compramos pasajes, emitimos permisos para ilusionarnos, pero muchas veces esa ilusión se estrola con la realidad. Realmente espero entonces que la vacuna sea la solución para recuperar nuestras vidas o lo más parecido a lo que era, pero entiendo también que eso quizás nunca ocurra pues esta pandemia fue transversal y a todos, en mayor o menor medida, nos ha cambiado. Si es para bien o para mal, cada uno lo sabrá. Lo que sí sé es que en este contexto de dudas y confusiones, es que yo tengo una sola certeza: que con todas mis fuerzas espero alguna mañana despertar y sentir que finalmente se acabó este interminable loop o Año de La Marmota.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *